La desregulación emocional consiste en una capacidad alterada del control de la respuesta emocional. Esto conlleva reacciones desmesuradas y desajustadas con la situación que el sujeto está viviendo. Se caracteriza por:
Los motivos más nimios son encajados como problemas enormes, es lo que se llama “hacer una montaña de un grano de arena”. De tal forma que su reacción no diferencia un problema grave de otro sin importancia objetiva.
Hacia mediados de los años 70 diferentes investigadores se fijaron en la desregulación emocional como una de las características definitorias de los niños hiperactivos. Sin embargo, este síntoma no apareció entonces en los principales manuales de trastornos psiquiátricos. Seguramente por la dificultad que implica su medición frente a otros, como la facilidad para la distracción, el exceso de actividad motora o la hiperactividad misma.
De este modo, la emoción quedó relegada a un segundo plano dentro de la conceptualización del TDAH.
Aparte de los estudios que apoyan la tesis de que la desregulación emocional es una característica importante del TDHA, otras investigaciones apoyan una fundamentación neuroanatómica. Las pruebas realizadas sostienen que existe una base estructural en el cerebro que justifica la desregulación dentro del trastorno TDAH. Al respecto se ha apuntado que los pacientes de TDAH presentarían zonas cerebrales menos desarrolladas y con menor actividad.
La investigación sigue, aunque todavía sin conclusiones rotundas. Hasta el momento, la ciencia parece haber localizado dos causas principales de la estrecha relación entre desregulación emocional y TDAH:
Estas dos características combinadas brindarían un terreno propicio para la explosión de temperamento, la impulsividad, la sensibilidad exacerbada y otros rasgos que identifican al TDAH.